Llegó por la mañana, y revolucionó la casa. Todos los habitantes se tiraron por los suelos para hacerle carantoñas y juegos.
Poco antes de la hora de comer, un paseo para que fuera reconociendo las calles de su ciudad y mostrarlo con orgullo a los caminantes que se te cruzan. Camina dos metros para sentarse y quedarse ahí plantado dos minutos. Este animal necesita más ejercicio.
La tarde la pasa durmiendo, jugando, pululando de un sitio para otro. No sabe si está cansado o si aún le quedan fuerzas para un último asalto.
Y al llegar la noche, no se aguanta de pie. Se queda dormido sobre tu regazo, tal vez soñando en todo lo que ha hecho durante el día.
Son tan tiernos…
Y tan finos…
Son unos gordos mofletudos roncadores para besuquear y abrazar con ganas. Ceci