Para hoy, vamos con una bonita historia de hace unos años, que espero os alegre esta lluviosa mañana de lunes.
Se trata de Jason, un joven que durante dos años, estuvo realizando las tareas de ayudante del entrenador en el equipo de baloncesto de su instituto.
Jason es un gran entusiasta de su equipo, y vibra con cada partido al que asiste. Según dice su padre, mediante el baloncesto es como su hijo es capaz de expresarse libremente. Y es que Jason es autista.
Llevado por el amor que sentía el joven por su deporte, el entrenador decidió darle una sorpresa durante el último partido de la temporada: dejarle entrar en el campo, y que jugara unos minutos.
Su intención no era otra que permitir al chico notar la sensación de jugar un partido real, con público animándolo. No tenía necesidad de jugar bien, sólo disfrutar del momento.
Pero para su sorpresa, y tras un par de tiros de tanteo, Jason encestó un triple.
Y otro.
Y cuatro más.
En total, 20 puntos para cuatro minutos que jugó.
Lógicamente, sus compañeros lo festejaron como mereció.
Y Jason, en una nube.
Impresionante…